Este soldado de la corte tiene la suerte de compartir su celda con un devoto chupavergas, y su mamada diaria es lo que le hace pasar. Cuando su apasionado adorador de los postes le trabaja la carne gruesa y sin cortar, gruñe de alegría, y cuando se sumerge en un pozo profundo, su compañero de celda le da la espalda.